Caño Cristales.

 

Hablar de Caño Cristales es hacer referencia a un equilibrio ecológico milagrosamente logrado y hasta ahora conservado, gracias al empuje tenaz de la Corporación para el Desarrollo Sostenible de la Macarena (CORMACARENA), entidad que tiene su sede en el municipio de La Macarena, que es la encargada de administrar el Parque Natural por donde corren las aguas del rio, considerado por muchos como el mas bello del mundo.

Los colores los aporta la Macarenia clavijera, que aunque está clasificada en el reino vegetal, hay naturalistas que no están de acuerdo porque consideran que es  un alga. En todo caso, hay que destacar que esta especie acuáticas es endémica del lugar por lo que se le bautizó con ese nombre que hace referencia a la serranía de la Macarena, de la que también toma el nombre el municipio en cuya jurisdicción está ubicado el parque. 



Desde el primero de junio  hasta el 30 de noviembre de cada año, que es cuando el periodo lluvioso proporciona el agua necesaria para el esplendor  de  los colores que enriquecen al rio,  este parque abre sus puertas para quien quiera deleitarse con ese espectáculo maravilloso que brinda esta corriente pluvial y el entorno que lo acoge.  

Pero llegar a ese sitio no es fácil para la mayoría de la población colombiana; desde Villavicencio, capital del departamento del Meta  del cual hace parte el municipio de La Macarena, hay 225 kilómetros, pero no hay carreteras. La única opción que tienen los turistas es la vía aérea. Esa circunstancia ha logrado mantenerlo alejado del “turismo depredador y facilista” que pondría en peligro ese milagro de que hablaba en el párrafo anterior y que es la fuente del  turismo ecológico, en el que ha encontrado su fuente de ingreso un significativo porcentaje de los habitantes de la zona. 

Lo que constituye la población actual de este municipio se fue formado en los años cincuenta del siglo pasado por personas que huían de la violencia política, que en esos años desangró a nuestro país, y que se organizaron en un núcleo de colonos que  llamaron “El Refugio”, que con el tiempo pasó a llamarse La Macarena y fue  elevada a la categoría de municipio en 1974. Los primeros habitantes, para procurarse su sustento aprovecharon la riqueza maderera que podían sacar gracias a la corriente del rio Guayabero. 

Parte de la sabana que había sido desmontada y quemada para las labores agrícolas, dio la oportunidad para que un piloto de origen italiano aterrizara su pequeña avioneta en ese sitio, y conociendo la riqueza de flora y fauna de la zona visionó asociarse con una  compañía estadounidense interesada en ofrecer a los aficionados a la caza sitios propicios para esa actividad, por lo que propuso a los colonos que construyeran un rudimentario aeropuerto y se convirtieran  en guías turísticos, lo que hizo que  esa región tuviera su primera bonanza  en los años sesenta. 

El casco urbano es un pueblo acogedor, de personas amables y hospitalarias, con la infraestructura hotelera y de servicios básicos suficientes para satisfacer las necesidades del creciente número de visitantes, que en su gran mayoría son del exterior. Sus calles  anchas, con bulevares  muy bien arborizados con especies propias de una zona en la que confluyen tres regiones estratégicas de nuestro país: La Orinoquía, La Amazonía y La Región andina, creando así un ecosistema único en el mundo, lleno de magia y color e infinidad de especies vegetales y animales, algunas clasificadas y otras que todavía no han sido catalogadas por los naturalistas.  

Este parque natural fue la primera Reserva Nacional de nuestro país, creada por ley de la República en 1948 y constituido en 1971 como Parque Natural para proteger  los 6.200 km cuadrados de la Sierra de la Macarena y sus alrededores. Para visitarlo,   CORMACARENA  exige una inducción en su sede del municipio, donde haciendo uso de la tecnología al servicio de la educación,  pone de presente al visitante la necesidad de proteger ese frágil equilibro, por lo que no se pueden introducir elementos que lo pongan en peligro, como bloqueadores solares, repelentes, bolsas o botellas de plástico, por ejemplo. Tampoco se permite fumar para evitar incendios forestales, se restringen igualmente elementos de vidrio que tendrían el mismo efecto y, por supuesto, el consumo de alcohol. 

Se hace énfasis en que lo que se entre al parque hay que sacarlo; y lo que se encuentre allá, dejarlo en su lugar. Así que los coleccionistas deben conformarse con sus fotos y la inmensa satisfacción de haber realizado una caminata ecológica y ser testigos de excepción de los  paisajes de esta serranía que es una reserva de la biosfera y un santuario de flora y fauna que hay que  preservar para las futuras generaciones.

Para llegar al Parque desde la cabecera municipal es necesario viajar en lanchas de motor por el cauce del  rio Guayabero alrededor de 20 minutos, luego andar otro periodo de tiempo similar en camionetas 4x4 desde el improvisado atracadero hasta la entrada. Allí  verifican que el turista lleve el brazalete que lo acredita como tal  ante CORMACARENA y que no ingrese al sitio ninguno de los elementos prohibidos. Seguidamente, hay un control del Ejército y la Policía que revisan la documentación de nacionales y extranjeros, y ofrecen el servicio de los ejercicios de calentamiento que consideren indispensables para los visitantes. 

 Cada grupo con sus respectivos guías siguen la ruta seleccionada según el interés que se tenga, que puede ser geológico, ya que esta serranía es totalmente independiente del sistema montañoso de los Andes; es una prolongación del Escudo Guayanés, del que hacen parte montañas de Venezuela, Brasil y Guyana, que son de las más antiguas de la tierra, su formación data del Precámbrico. El interés de otros puede ser la observación de la fauna o la flora, que es muy rica y diversa. 

Pero nadie puede escapar del influjo de la magia de los colores que ofrece Caño Cristales, bautizado por muchos como el Rio de los Cinco Colores: el verde y el rojo lo aportan esas especies acuáticas, que son endémicas del lugar como ya se dijo, y que solo crecen en el lecho rocoso con agua limpia  muy oxigenada y de poca profundidad; nacen verdes y se vuelven rojas, y cuando calienta el sol dan un brillo espectacular. En lugares donde hay alguna profundidad, se observa el azul intenso como reflejo del cielo. Hay sectores aislados donde se concentran areniscas mineralizadas que emiten un amarillo verdoso. El negro, es el reflejo de algunas rocas ígneas. 

Para personas cuyo interés sea sólo observar los maravillosos colores de esta corriente pluvial, en una o dos horas pueden estar llegando a sus puntos de atención en donde encontrarán algunas playas en las que, con las consabidas restricciones, se puede  disfrutar de un refrescante baño.

 Quienes eligen las caminatas de observación de la serranía, siguen una ruta que puede hacerse entre siete y ocho horas, durante las cuales pueden apreciarse todo tipo de accidentes morfológicos producidos por el agua y el viento, en la degradación de las rocas, esculpiendo tupeyes con figuras curiosas y espectaculares. 

Se puede apreciar asimismo, cómo la  flora varía ostensiblemente de un lugar a otro, donde la separación es de apenas pocos metros, por la influencia de los minerales en los suelos de la serranía. También tendrán la oportunidad estos caminantes de disfrutar de la majestuosidad de anchuras, estrechos, cascadas y otros accidentes geográficos que ofrece este rio multicolor, que no están al alcance del primer grupo de visitantes.  

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