Breve recorrido por el río Amazonas.


El recorrido por el río Amazonas desde Leticia incluye  parajes que pueden ser islas, brazos, poblaciones, parques naturales… ubicados en esa arteria fluvial, o alrededor de ella, en la cual se entrecruzan  personas, embarcaciones, tradiciones culturales, monedas… de los tres países que comparten esa esquina del mundo, donde coinciden Colombia, Brasil y Perú.

Para emprender esta experiencia hay que ubicarse en  el malecón del puerto, donde se encuentran las plataformas flotantes que sirven de dársenas. Una para las lanchas de madera que se usan para el transporte de carga y otra para las lanchas rápidas de fibra de vidrio, con techo y las comodidades especiales requeridas por los turistas. Allí abordamos  una de estas embarcaciones con capacidad para 12 pasajeros, más el motorista y el guía. 

La primera parada de este recorrido fue en la Reserva Victoria Regia, para observar las flores de ese nenúfar, cuya variedad le da el nombre al lugar. Sus gigantescas y esplendorosas hojas cubren gran parte de la superficie de los lagos que allí pululan. Asimismo, sus flores en todas sus especificaciones y dimensiones deleitaron a los visitantes, que no pararon de disparar sus cámaras fotográficas para capturar esos momentos inolvidables.  







En esa parada pudimos apreciar además, la profusión de micos, loros, perezosos y otros animales  propios de la región, en estado de libertad, que han convertido ese sitio en su hogar, familiarizándose con los visitantes. Allí tuvimos la oportunidad de abordar una de esas casas flotantes que son a la vez: tiendas, restaurantes, bares y hasta hoteles que cuentan  con habitaciones disponibles para quienes las soliciten. 

Para la parada siguiente, pasamos al lado del Perú para visitar la isla Puerto Alegría, donde vive una comunidad de pescadores y agricultores que  cultivan “yuca brava”, de la que, luego de extraerle el jugo, que en esa variedad es tóxico, sacan una masa con la cual elaboran el casabe y “la fariña”, que es un  producto granulado que en estas comunidades se usa como sustituto del arroz. 

Precisamente cuando arribamos, debajo de un frondoso árbol que sirve de refugio a las personas que embarcan y desembarcan en el rudimentario atracadero, un nativo, en una improvisada fogata  y utilizando medio tanque metálico, de los cilíndricos que abren de arriba abajo para que queden dos cuencos, tostaba la masa de yuca recién exprimida. Para evitar que esa fibra se pegara al recipiente caliente, la  revolvía con un madero en forma de remo; así se iba compactando en forma de granos listos para el consumo. 

La presencia de lanchas con turistas en ese sitio, hace que los niños se congreguen a la sombra del árbol mencionado en unas bancas improvisadas,  aprovisionados  con loros, pequeñas tortugas, babillas, micos…  para posar con los turistas que quieran una foto con ellos o sus mascotas a cambio de unas monedas. Así que mientras unos hacían fotos, otros observábamos la elaboración de la fariña y la degustábamos. Desde esa isla del Perú, hasta la ribera del lado de Colombia, el rio tiene aproximadamente 3.000 metros de ancho y en su parte más profunda, alcanza los 40 metros.

De allí pasamos al lado colombiano para la próxima parada: La comunidad de Macedonia de la etnia Ticuna, donde la actividad principal de sus habitantes es la artesanía. Exhiben sus trabajos elaborados en madera y corteza de algunos árboles, plumas, huesos y  semillas, que son verdaderas obras de arte.   Esta comunidad acostumbra brindarles a los visitantes una recepción, presentando “la danza de las abuelas” de la que hacen partícipes a los turistas, quienes ataviados con coronas de plumas que los nativos les proporcionan para la ocasión, bailan con los aborígenes la danza ritual señalada, que es una remembranza al ritual de iniciación a las niñas que pasan a mujer, dirigido por las abuelas.

La siguiente parada fue El Parque Nacional Amacuyacu que tiene una extensión de unas 2.000 hectáreas, que según nos contó el guía, parte del mismo había sido objeto de la tala y convertido en potrero, pero recuperado por el Estado hace cincuenta años,  periodo en el cual  la selva volvió a su estado prístino. 

Para facilitar que los visitantes observen el entorno, están adecuadas unas 30 hectáreas. En ellas hay unas excelentes instalaciones como puntos de encuentro, con centros de orientación, guías, restaurantes…, además de las viviendas para los trabajadores; todo en madera de la región, a una altura  que  pueden utilizarse sin importar el nivel que el río tenga en cualquier momento. El complejo está enmarcado con  jardines,  donde unas heliconias exuberantes muestran con sus colores toda la prodigalidad del trópico.

Para adentrarse en la selva desde las instalaciones señaladas, existen unos senderos peatonales de la misma madera y a la misma altura, desde donde el avistamiento de árboles, flores, lianas, plantas parasitas… y una gran variedad de aves y simios, es un espectáculo embriagador. 


El sendero que tomamos termina rodeando a una ceiba majestuosa, cuya edad se calcula en 400 años y su altura en 45 metros, aproximadamente; su base, de una circunferencia de unos cinco metros, reforzada por unas  raíces tabulares o contrafuertes que se separan del tronco  tres o cuatro metros que le dan estabilidad.

Como se sabe, en la zona amazónica no existen, como sí pasa en el resto de Colombia y gran parte del mundo,  periodos claramente establecidos de lluvia y sequía; allí llueve sin mucha intensidad todo el año. Lo que sí hay es un periodo cuando, debido al deshielo de los Andes, el rio se crece e inunda gran parte de la selva, periodo  que coincidió con nuestra visita en un mes de febrero.

En el otro periodo, que es a mediados de año, el rio baja su nivel -aseguran los nativos que casi a la mitad-, quedando la selva despejada y muchas islas que durante la inundación solo muestran   parte de su vegetación, en ese periodo son habitadas y cultivadas, entonces, adentrarse en la selva puede hacerse por tierra, sin usar los senderos a que había hecho referencia, ni las lanchas o canoas, como  se hace en la época de inundación.

Nuestra próxima visita fue a Puerto Nariño, que es el segundo municipio del Departamento del Amazonas con apenas unos 2.000 habitantes en su casco urbano. Es una población donde las calles son senderos peatonales elaborados en madera, tal como quedó dicho cuando hacía referencia al Parque Nacional Amacuyacu, donde no hay carros ni motos, solo una que otra bicicleta, con un sentido de la limpieza y de la ecología admirable; por algo se dice que esta población es el pesebre de Colombia y  que está llamada a convertirse en un modelo de ciudad donde  las personas que quieran huir de la polución puedan refugiarse.

Luego de almorzar algunas de las comidas típicas de la región en uno de los sitios adecuados para tal fin, dedicamos parte de la tarde para observar alrededor de Los   lagos de Tarapoto, uno de los lugares donde se cría y reproduce el delfín rosado, tratando de avistar a estas maravillosas criaturas. 

Quienes han visto delfines en acuarios, recuerdan a un entrenador invitándolos a saltar y hacer acrobacias. Pero en su medio natural, aparecen y desaparecen con la velocidad de un rayo; las más de las veces, cuando lográbamos avistarlos, ya habían saltado y solo lográbamos verles el dorso y la cola. Pero a pesar de eso, la expectativa y la búsqueda… son actividades fascinantes e inolvidables.

La ñapa.

Al  finalizar con el año esta etapa en la aventura de compartir mi visión de algunas cosas mediante este blog, no puedo dejar pasar la oportunidad para expresarles mis agradecimientos a las personas que lo hicieron posible. A quienes me alentaron para dar el primer paso; a quienes, al observar la manera atropellada e imprecisa de decir las cosas, se tomaron la molestia de hacérmelo ver, me corrigieron y sugirieron formas más adecuadas de hacerlo; a quienes han soportado con estoicismo mis impertinencias; a todas, gracias, muchas gracias… una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.


Comentarios

  1. Todo un recorrido vivido a través de sus narraciones. Da gusto sentirse en el Amazonas con lo que escribe. Felicitaciones

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