La huella de Julio Erazo.
El 12 de febrero de 2022 murió Julio Erazo Cuevas, en ese momento el país estaba saturado de noticias sobre los debates entre los aspirantes a candidatos a la presidencia o al congreso. Los escándalos protagonizados por algunos de esos aspirantes a cargos públicos estaban al rojo vivo, las coaliciones se armaban y desarmaban con gran facilidad…, razón por la cual los medios de comunicación no le dieron el despliegue que merecía la muerte de uno de los más grandes compositores e intérpretes de música popular que ha tenido Colombia. Su versatilidad fue tanta, que no hubo género musical popular al que no engalanara con alguna de sus creaciones.
Julio, era hijo de José Ignacio Erazo, quien provenía de la ciudad de Pasto, Nariño, y Carmen Cuevas, de Guamal, Magdalena, había nacido en Barranquilla el 5 de marzo de 1929, pero siempre se consideró como oriundo Guamal, población en la que vivió su infancia y a la que dedicó una de sus primeras composiciones: La puya guamalera, esa que “se baila suave con pasos menuditos/ con un traguito de ron y cuatro velas”.
Sus primeras lecciones de música las recibió de sus padres, a su madre le gustaba interpretar tangos, por eso Julio debió haber sentido una doble satisfacción cuando compuso Lejos de ti, dedicado a Elides Martínez, quien se convertiría en su esposa; porque con ese tango no sólo homenajeaba a su novia, sino también a su madre, quien le señaló ese camino. Fue tan exitoso ese tema que sonó, tanto en Colombia como, en Argentina, la meca de ese género musical.
Este juglar hizo parte del conjunto Los Corraleros de Majagual entre 1962 y 1965, que fue el periodo de más éxitos como compositor e interprete, porque en los discos de esta agrupación se incluyeron más de 50 canciones suyas; en ese entonces, yo daba mis primeros pasos en una carrera para bailador apetecido por las damas, y me entusiasmaba la gracia, el ingenio y la picardía de sus canciones que disfrutaba con gusto; temas como: la pata pela, el bailador…, me hacían estremecer de entusiasmo.
Por esos años, había en Barranquilla un programa de aficionados a la música que se desarrollaba los domingos en el radioteatro de una popular emisora. Allí, sus organizadores aprovechaban el paso por la ciudad de algunos artistas para presentarlos en ese programa; así pude escuchar a Bovea y sus vallenatos interpretar el tema Rosalbita, y me llamó la atención cuando supe que era el mismo compositor de algunas de las canciones que yo bailaba.
Pocos meses después, en el mismo escenario Alejo Durán interpretó La mujer que tengo, y ante la pregunta de si era de su autoría, aclaró que Julio Erazo la había compuesto para restablecer la relación con su mujer que se había visto deteriorada por la muy sonada canción a Rosalbita. Fue también su mujer la que en un momento de indignación lo llevó a otra de sus renombradas composiciones: Un tres de enero lo sacudió de una resaca descomunal, para exigirle ir a pedir perdón a un compadre y amigo de toda la vida a quien por enésima vez le había incumplido su promesa asistir a su cumpleaños.
Julio, consciente de su falta sólo le pidió a su esposa unos minutos para la aclarar su mente y afinar la guitarra, buscó al amigo que había continuado la celebración en un sitio que ambos frecuentaban, y el cumplimentado, más dormido que despierto escuchó a su amigo cantándole: “Tengo pena con Chemo/ tengo pena porque yo no fui / a su fiesta de ese dos de enero/ y con tanto que le prometí…”
Muchos tiempo después, cuando la nostalgia me hizo ver como la globalización iba arrasando con algunas tradiciones; por ejemplo: los pesebres de navidad se cambiaban por pinos, las tarjetas que se intercambiaban entre familiares y amigos para expresar sus buenos deseos en esa temporada y para el año que venía, que eran elaboradas con motivos típicos, fueron cambiadas por representaciones de renos, nieve y el bonachón Santa Claus. Fue cuando acordé con Emma encontrar una forma distinta de consolidar nuestra empatía con los allegados.
En ese momento los CD estaban a nuestro alcance para grabar en ellos los mensajes, y nos daban la oportunidad adicional de difundir las joyas musicales de compositores nacionales para que las nuevas generaciones tuvieran la oportunidad de conocerlas, rindiéndoles así un tributo a estos maestros que habían engrandecido el nombre de Colombia a través de la música.
Hicimos homenaje a Jorge Villamil, José Barros, Edmundo Arias, Pacho Galán, Lucho Bermúdez, Rafael Campo Miranda, Esthercita Forero y, por supuesto, a Julio Erazo, a quien en ese momento presentamos en esta forma:
“Hablar de Julio Erazo, es hacer referencia a uno de ese selecto grupo de compositores e intérpretes del Caribe colombiano que fueron convocados por Antonio Fuentes para conformar ese experimento musical que se llamó: Los corraleros de Majagual.
Cuando Julio es invitado a formar parte de esa agrupación, ya sus canciones, interpretadas por él y su conjunto, o por figuras legendarias de la música tropical como Guillermo Buitrago y Alejo Duran, entre otros, eran todo un éxito y los amantes del tango habían degustado uno de sus más sonados temas de ese género musical: Lejos de ti. Pero, Los corraleros fueron la plataforma que lo catapultó al estrellato.
Fieles al propósito de rescatar y mostrar a los más destacados compositores de nuestra música, Emma y Pedro, hemos seleccionado a este juglar, para con sus melodías desearles una feliz navidad 2014 y un próspero año 2015”.
En el 2017, el Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Nacional Vida y Obra; en el comunicado de esa entidad oficial para exaltar su memoria, se hizo énfasis en la profunda incidencia de este gran maestro de generaciones en múltiples géneros musicales populares, así como en su carácter innovador en ese universo rítmico de la Colombia festiva en la que enriqueció las expresiones culturales de las sabanas caribeñas.
La muerte de este cantautor me remitió a momentos inolvidables de mi vida y a la huella indeleble que, en ella, dejó su música.
La ñapa.
La comunidad toludeña en general, y santiaguista en particular, se sienten consternadas por muerte de Manuel Cañavera. Este inquieto compañero, deportista de tiempo completo que se desempeñó como jugador de béisbol, primero en Tolú y luego en Medellín, llegando a representar a Antioquia en los campeonatos nacionales. En su escuela de éste deporte en su natal Tolú, se iniciaron varios talentos que ya hacen parte de la nómina de postulados para grandes ligas. Y no solo descolló en ese campo, porque en cualquier actividad cultural o cívica que se adelantara en el pueblo, contaba con su decidida participación.
Paz en su tumba.
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