Diosa coronada.
Cuando Leandro Díaz llega a vivir a la casa de uno de sus tíos en Tocaimo, el 15 de junio de 1949, en las afueras de la población había una finca muy bien acondicionada, allí vivía la familia de Josefa Guerra que era de San Diego, a donde iban con frecuencia, pero la actividad económica estaba centrada en las fincas de Tocaimo, por eso vivían en una de ellas.
En ese entonces Josefa tenía 15 años y, cuando recuerda esa época, dice: “El rio era el centro de todo, el sitio de encuentro de la muchachera; allá hacíamos sancochitos y Leandro nos cantaba”.
La belleza de Josefa era motivo de envidia de las otras chicas y de admiración de los varones, y Leandro no podía ser la excepción. En más de una oportunidad fue a la finca a visitarla, en ese espacio los jardines florecidos llenos de fragancias que ella le iba describiendo, avivaron la imaginación del visitante, a quien le habían dicho que el cuerpo de esa chica era escultural, lo que hizo florecer el segundo verso de su famosa canción: Diosa coronada
Ya el primero lo había concebido cuando se enteró de que ella había llegado a Tocaimo un poco antes que él, pero sus habitantes no se percataron de que esa chica era el nuevo encanto de esa población y sus alrededores… ¡lo que él percibió enseguida! Por eso dice: Señores vengo a contarles: / hay un nuevo encanto en la sabana. /En adelanto van estos lugares, /ya tienen su diosa coronada.
Conversador y frentero como era, no dejaba pasar la ocasión para manifestarle su amor. Pero desde ningún punto de vista era el hombre para ella, en eso fue clara y trató de hacérselo entender de la mejor manera posible. El mismo Leandro llegó a pensar posteriormente que en el acercamiento inicial ella pudo tener curiosidad por “el cieguito que canta”, pero hasta allí. Luego de seis meses de intentar conquistarla se dio por vencido.
Es conocido que desde cuando Abel Duarte, padre de Leandro, se enteró de que era ciego lo marginó y puso todo su empeño y cariño en David, el hijo que le siguió a Leandro. “David siempre fue el rey”, dice Jaime, otro de los hermanos, y agrega que era el único que dormía solo en un chinchorro de cabuyita, los otros cuatro dormíamos en una sola estera.
Sigue diciendo Jaime: “David empujaba a Jando, y Jando, en el suelo lloraba. Cuando sucedía esto, papá cogía a David de la mano y se iban ambos para el campo mientras mamá veía a papá desde la cocina, con los ojos tristes, como los de las vacas.”
El desprecio de Abel por Leandro fue asimilado en toda su magnitud por David, por eso la rivalidad entre ellos era ostensible. En el caso con Josefa se hizo evidente. Se decía en el pueblo que ella mostraba interés por David, lo que ella niega diciendo que eran solo amigos, que ni él ni Leandro estaban a su altura y por lo tanto seguía a la espera de “su pollo”, que llegó un poco después, era Orlando Daza, con quien ha tenido un matrimonio estable y feliz.
Josefa, quien a sus 83 años sigue siendo elegante y vivaz, aclara que, no obstante que la canción apareció antes que Orlando, le molestó porque se llegó a pensar en el pueblo que entre ella y David pudo haber algo. Sigue creyendo que Leandro quiso vengarse de ambos.
De ella, por no haberle correspondido y de David porque no le gustaba hablarle porque…-- El escritor Alfonso Sanchez Baute, quien la estaba entrevistando para la investigación previa a la escritura de la novela biográfica Leandro, en ese momento entendió el sarcasmo de las palabras de la canción y las relacionó con el relato de Jaime donde destacaba que David siempre fue el Rey--. Allí el entrevistador se encargó de completar la frase: A David no le gustaba hablarle porque, como rey era engreído. ¡Claro! ... ¡El rey mencionado en el canto es David! Por eso dice:
Cuando el rey querido llega, / de tarde a la serranía, / hay que ponerle gallina rellena / que el rey es fino, madre mía, / le pones la mesa bien servida, / Tú sabes que el rey es gente fina. / Y canta el pobre Leandro Díaz, / triste por la serranía.
Cuando se le ocurrió el segundo verso lo hizo pensando en él, en ese jardín florecido que ella le había descrito, pero al cambiar de protagonista había que recalcar lo del rey engreído, por eso dice: Cuando el rey llega de tarde que mira / el jardín florecido / cuando la diosa mueve el caderaje / se pone el rey más engreído.
Esta canción le gustó tanto a Gabriel Garcia Márquez que de ella extrajo el verso que usó como epígrafe en El Amor en los tiempos del cólera. Hechos como ese llevaron a Josefa a expresarle al escritor: “Porque nunca le paré bolas a Leandro he tenido que soportarme ese canto más de sesenta años. Ha sido como una maldición. Cuando usted y yo nos muramos todavía habrá gente cantándolo. ¿Hasta cuándo tendré que soportarlo?”
El texto completo de la canción es el siguiente: Señores voy a contarles/ Hay un nuevo encanto en la sabana/En adelanto van estos lugares/ Ya tiene su diosa coronada/ La vida tiene buen adelanto/ Y tiene diosa de los encantos/
Y tiene su corona de reina/ Lo bello aquí está en el Magdalena/ Paso a contar lo siguiente/ Conozco diosa y rey querido/ Ese nombre de diosa es de gente/ Que tenga su grado distinguido/
Que viva el mismo movimiento/ Y que tenga el mismo pensamiento/ Que viva alegre en la sabana/ Ya tiene su diosa coronada/ Que canta el pobre Leandro Díaz/ triste por la serranía/
Cuando el rey querido llega/ De tarde a la serranía/ Hay que ponerle gallina rellena/ Que el rey es fino madre mía/ Le pones la mesa bien servida/ tu sabes que el rey es gente fina/ Le pones un gran arroz volado/ Que coma el rey considerado/
Cuando el rey llega de tarde/ Que mira el jardín florecido/ Cuando la diosa mueve el caderaje/ Se pone el rey más engreído/ Y llega la mira con anhelo/
Y dice gracias le doy al cielo/ que viva alegre en la sabana/ Ya tiene su diosa coronada/ Que canta el pobre Leandro Díaz/ Triste por la serranía/
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