DE TURISMO POR COLOMBIA. QUINDIO 1
Hablar del departamento del Quindío es adentrarse en la esencia misma de la cultura cafetera donde, con Caldas y Risaralda conforma el llamado eje cafetero. Allí, se vive en torno a todas las manifestaciones del cultivo de este grano con el que se identifica a Colombia en el ámbito internacional, no obstante que su producción en volumen es considerablemente menor que la de países como Brasil y Vietnam; pero que la calidad del café que se produce en Colombia, dada las característica del suelo y la forma de producirlo, marca la diferencia y hace que se reconozca al personaje de Juan Valdez con su mula cargada con sacos de este grano, como uno de los símbolos de nuestro país.
Si bien los departamentos que conforman este eje, en producción están muy por debajo de otros, como el Huila por ejemplo, que alcanza aproximadamente unas 114.024 hectáreas cultivadas, Antioquia con 94.924, Tolima con 88.924, Cauca con 77.235. El Quindío sólo tiene alrededor de 14.881 hectáreas cultivadas; pero es en este departamento donde se ha hecho de la cultura cafetera, una fuente de turismo; donde se tomó la iniciativa de los parques temáticos y la adecuación de muchas fincas cafeteras para que sirvieran de hospedaje para turistas, lo que hizo que el Paisaje Cultural Cafetero fuera inscrito en el año 2011 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Y es precisamente en el Quindío, donde se encuentran los principales iconos del ecoturismo asociado a la cultura cafetera, uno de ellos es El Parque nacional del café, parque temático inaugurado en 1995 gracias a la iniciativa la Federación Nacional de Cafeteros y el Comité Departamental de Cafeteros del Quindío, que constituyeron la Fundación Parque de la Cultura Cafetera, cuyo propósito fue planear, construir y administrar un centro recreacional destinado a la preservación del patrimonio cultural e histórico del café en Colombia y a la promoción de actividades culturales, recreativas y ecológicas en una finca de 13 hectáreas, adquirida para este fin en el municipio de Montenegro, a 3 kilómetros del casco urbano de esta población y a 12 de Armenia.
Visitar este parque es una experiencia inolvidable. La entrada está ubicada en la parte más alta donde hay una amplia explanada, lo que facilitó construir allí mismo un mirador que permite una visión panorámica tanto del parque como de la ciudad de Armenia. Están además, los edificios que albergan las oficinas, taquillas, cafeterías, boutiques, etc. Así mismo, la estación de un teleférico que es el vehículo regular de ingreso a la parte medular del parque en el centro del complejo, que es el punto de partida para acceder a gran parte de las atracciones mecánicas, culturales o ecológicas que se ofrecen en ese lugar.
Entre las atracciones mecánicas, se ofrecen: ruletas rusas, toboganes, olas marinas… Entre las culturales se puede apreciar la reproducción de la plaza de Armenia de 1928, con su iglesia en un lado del marco de esa plaza. En otra parte de ese espacio está la representación de las casas, almacenes y negocios de la época.
En el otro de los frentes, queda el edificio de la estación del ferrocarril en cuyo interior, donde se supone que funcionaban las oficinas de la administración ferroviaria, se ha adecuado para negocios, entre ellos unos restaurantes magníficamente dotados que ofrecen una completa variedad de platos para satisfacer a todos los gustos. Y en la parte posterior de ese frente, está funcionando la administración del ferrocarril, con un ejemplar de la época que hace un recorrido dentro del parque, como otras de las atracciones con que cuenta ese centro recreativo.
De esa plaza parten muchos senderos: uno conduce a un teatro espléndidamente dotado para 1.200 personas, donde un grupo de artistas con un talento excepcional, nos muestran el recorrido del café por Colombia. En primera escena, representan al padre Francisco Romero, párroco de la población de Salazar de las Palmas, Norte de Santander, predicando e imponiendo a sus feligreses penitencias de sembrar árboles de café, para obtener la absolución de sus pecados, lo que constituyó el primer impulso a la caficultura en Colombia.
En la segunda escena, representan las actividades alrededor del café en cada una de las regiones de Colombia de acuerdo a la idiosincrasia de cada una de ellas, con una calidad que deja boquiabierto al más exigente crítico de artes escénicas.
De esa misma plaza sale un recorrido ecológico que, pasando por un puente colgante para superar la quebrada que atraviesa el lugar, llega a un guadual con unos ejemplares de dimensiones en el diámetro de la caña y alturas insospechadas. Pero lo más importante es sentir cómo este espacio genera un microclima que contrasta con el del resto del parque. Otra cosa que hacen los organizadores en forma muy didáctica, es mostrar cómo ese guadal, genera un manantial que es el nacimiento de un rio.
Otro de los senderos conduce a la llamada ruta del café, en la cual se van encontrando las diversas variedades del grano, con sus características, año de introducción, rendimiento… Se muestran igualmente las diversas etapas del proceso para obtener una cosecha; desde la adecuación del terreno para su cultivo hasta la última etapa y su preparación para el consumo, así como las maquinarias utilizadas para el proceso, tanto en el pasado como en la actualidad. Aparecen asimismo, las casas campesinas, las posadas para arrieros y hasta los cementerios de los indígenas de la región, los Quimbaya.
Muy buenas tardes. Qué interesante relato y gran descripción de la región cafetera del Quindío. Además de la experiencia vivida se requiere mucha consulta para poder lograr esa precisión en los detalles. Gracias por compartir tan excelente documento.
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