Cine. La mujer del animal.
A quienes nos ha interesado el cine colombiano, hemos visto en Víctor Gaviria a un gran director del que hemos disfrutado películas famosas como Rodrigo D. No futuro (1990), La vendedora de rosas (1998), Sumas y restas (2004), con amplio reconocimiento de la crítica internacional especializada, que lo sitúan como uno de los más destacados cineastas de Colombia.
La mujer del animal aparece en el 2017 e inmediatamente se instaló en un sitio de preferencia para la crítica; ese mismo año es galardonada en el Festival de La Habana en la categoría de: Mejor dirección, y en el Festival de Málaga: Mejor dirección y Mejor montaje. Igualmente, fue nominada en los Premios Ariel en la categoría: Mejor película latinoamericana, y en 2018 en los Premios Platino, en la categoría: Cine y Educación en Valores.
Haber visto ésta película cuando llegó cargada de pergaminos, nos dio la oportunidad de ratificar que los galardones obtenidos por el director y su equipo en las anteriores películas, no había sido casualidad sino el resultado de la consagración a su labor, motivada por la sensibilidad social de Gaviria, que lo obliga a no desviar la mirada ante la marginalidad que lacera a un alto porcentaje de la población de este país. Porque entiende que vivir en las ciudades en condiciones deprimentes, carentes de los elementos mínimas para una vida digna es un acto de heroísmo que los obliga a desplazarse diariamente desde sus tugurios hasta otros sectores para conseguir por cualquier medio algo conque calmar el hambre propia y de los que dependen de quienes se ven obligados (as) a realizar ese milagro.
Es desde esa mirada, donde hay que buscar la impronta de las películas de este director que hace crónicas en las que plasma las angustias de los habitantes de esos sectores, donde sobrevivir es una proeza; documentar esos relatos, sólo puede hacerlo quien sea capaz de mostrarle a los líderes y lideresas, que representan a esos seres humanos marginados, que tiene la sensibilidad que lo hace digno de ganarse la confianza de la comunidad, para que le abran sus almas y dejen ver lo que llevan dentro; así, este cineasta puede obtener la información necesaria para mostrarle a Colombia y al mundo esa cara de nuestro país, que muchos prefiere no ver.
La mujer del animal es una historia de la vida real, con un excelente guion y un destacado papel de los actores y actrices, que recrea una situación de terrible violencia donde, un desequilibrado mental, asesino y violador, Libardo, conocido como El animal, secuestra, viola y somete a todo tipo de maltratos a Amparo, una indefensa joven que llaga al sector donde tiene su guarida y su banda de secuaces el desalmado sujeto. Si bien la comunidad repudiaba los vejámenes a que Libardo sometía a Amparo a la vista de todos, nadie era capaz de levantar un dedo en su defensa porque vivía amedrentada por tan peligroso elemento, a quien la menor contradicción le despertaba ese insaciable instinto asesino.
La compañía productora del filme, en uso de los derechos adquiridos, realizó los cortes que consideró necesarios para hacerla comercialmente viable. Pero el director no quedó satisfecho, por eso hizo una edición especial, para él y sus amigos, incluyendo los segmentos que habían sido cercenados de la copia original. Esta versión fue la que disfrutamos algunos cinéfilos --y que nos sirvió de refugio para aislarnos por un par de horas de la pugnaz campaña electoral, en esa semana previa a la segunda vuelta de la elección presidencial de este 2022--, gracias al acuerdo de La Cueva con La Cinemateca del Caribe que lograron que este director colombiano, que vino a Barranquilla a participar en un taller organizado por La Fundación La Cueva, nos mostrara esa joya de la cinematografía nacional.
A muchos de quienes asistimos a esa convocatoria, cuando vimos la primera versión nos quedó sonando una pregunta: ¿Por qué Amparo, consciente de la permanente amenaza contra su vida y del peligro que corría su pequeña hija de ser violada por Libardo, tal como lo había hecho con sus hermanas y demás familiares, vecinas…, no aprovechó uno de esos momentos de borrachera total para acabar con la vida de tan peligroso individuo?
En el foro salió a relucir, gracias a una de las preguntas, que Amparo estaba imbuida de ese carácter fatalista propio de la religión Católica que la hacía sentirse culpable de haberse burlado del carácter sagrado de los símbolos religiosos por disfrazarse de la Virgen María, en el internado donde estaba recluida, y haberse escapado de esa institución de caridad que la había acogido; por eso se creyó merecedora de un castigo divino que estaba pagando, tal como quedó explícito en la nota que logró plasmar en el cuaderno que había encontrado en la basura, con lo que quedaba de un gastado lápiz que le proporcionó una benefactora ocasional.
Haber escuchado de viva voz de este director de cine, guionista, poeta, escritor…, el vínculo afectivo que se fue generando entre él y la comunidad de esos sectores marginados de Medellín, explican la empatía que le permitió conocer de los protagonistas o testigos, detalles de esas historias, como la de Margarita Gómez, representada como Amparo en la película.
Nos enteramos igualmente, que en esos encuentros del director con la comunidad, se hacían talleres de teatro donde se representaban las historias que iban apareciendo, lo que se convirtió en el laboratorio o la escuela donde algunos participantes mostraron su talento natural de artistas, y esa es la cantera de donde ha extraído los a actores y actrices que han contribuido a cimentar su prestigio.
Como epilogo de esta historia, nos contó Gaviria que Margarita, quien sigue siendo conocida como “la mujer del animal”, su hija y los otros hijos que heredó de ese nefasto personaje, conforman una familia "normal" que demuestra que con amor y templanza, sí se puede romper ese círculo de maltrato del que son víctimas innumerables mujeres en este país y en el mundo.
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